Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, el control de acceso sin contacto ha tenido un gran auge en popularidad. ¿Qué significa realmente esto y qué tipo de soluciones sin contacto están disponibles?
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Nuestra conciencia colectiva de la higiene nunca ha sido tan alta. La pandemia de COVID-19 ha cambiado fundamentalmente gran parte de nuestra vida cotidiana, y nuestra conciencia de lo que tocamos en el entorno físico es sólo una de ellas. En los edificios en los que el personal, los clientes y el público en general están físicamente presentes, nunca ha sido tan importante reconsiderar la higiene de puertas y entradas.
El riesgo de transmisión fomítica del COVID-19 (propagación del virus a través de superficies compartidas) es extremadamente bajo. No obstante, a medida que ha aumentado la concienciación sobre la higiene de las superficies en el transcurso de la pandemia, las soluciones que eliminan ese riesgo se han hecho cada vez más populares. Actualmente existe una amplia gama de productos de seguridad sin contacto que eliminan por completo la necesidad de entrar en contacto físico con cualquier parte de la puerta o el umbral.
Imagine un edificio de oficinas. Cuando un empleado se acerca a la puerta principal del edificio, tiene que sacar una tarjeta magnética de su bolso y presentarla a un lector situado junto a la puerta. A continuación, tiene que agarrar la manilla de la puerta y utilizarla para abrirla. Dentro del edificio, antes de acceder a la planta donde está su oficina, tienen que teclear un código en un teclado. Al salir, tienen que pulsar un botón para desbloquear la cerradura y empujar la puerta para abrirla.
Todos estos procesos requieren entrar en contacto con el entorno físico. El control de acceso sin contacto pretende reducir o incluso eliminar esos puntos de contacto. El riesgo de propagación de gérmenes y virus se reduce considerablemente, y las personas pueden sentirse más cómodas al no tener que tocar superficies compartidas.
Los sistemas tradicionales de control de acceso utilizan tarjetas magnéticas o llaveros para identificar a un usuario. El uso de credenciales móviles tiene muchas ventajas, tanto para el sistema como para el usuario.
Además de la seguridad sin contacto, muchos edificios están implantando sistemas que permiten limitar el número de personas en una zona determinada. Estas medidas facilitan enormemente el cumplimiento de las normas de distanciamiento social, ya que nunca se permite que una sala o zona determinada supere el límite de seguridad predefinido de personas.
El panel de control de acceso ATRIUM está equipado de serie con una función de contador integrada, lo que facilita la gestión de la ocupación. Los usuarios sólo tienen que presentar sus credenciales al entrar en la zona, y de nuevo al salir. El contador lleva la cuenta de cuántas personas han entrado y salido, y cuando se alcanza el límite de ocupación, la puerta se bloquea automáticamente hasta que se libera espacio cuando alguien haya salido.
Pasar de una puerta manual a una automática es el paso más obvio para conseguir una entrada sin contacto. Independientemente de cómo se controle y active el cierre de la puerta, si el usuario tiene que empujar o tirar de la puerta para abrirla, la ventaja de la ausencia de contacto físico queda anulada.
Las soluciones de puertas automáticas, como DIGIWAY, eliminan la necesidad de contacto físico con la puerta. Además, la ventaja añadida de una mejor accesibilidad mejora el edificio para las personas con movilidad reducida.
Los sensores de activación se combinan a menudo con operadores de puertas automáticas para crear una experiencia de entrada fluida. Lo más probable es que los haya visto en supermercados y centros comerciales, donde una persona sólo tiene que entrar en el campo de visión del sensor delante de la puerta para que ésta se abra. Los sensores pueden utilizar diversas tecnologías, como microondas, infrarrojos y láser.